Todos los animales, vegetales y microorganismos que viven en un determinado país forman un biosistema. Sus relaciones de dependencia, alimentación y desarrollo forman comunidades que llevan el nombre de biocenosis. Una biocenosis es, pues, todos los seres vivos que coexisten en un país y las relaciones que se establecen entre ellos.
Dentro de cada biocenosis existe, como norma general, una especie vegetal que destaca sobre las demás por su presencia y abundancia. Esta especie se desarrolla casi independientemente de su cortejo. El cortejo lo forman todas las especies que comparten unas condiciones generales de vida. Son especies subseriales que para su supervivencia dependen de la existencia de la especie dominante. Cuanta más variedad haya en el cortejo más sana es la biocenosis; y más garantías tiene de permanecer.
Cada especie dominante permite el desarrollo de una gama determinada de plantas subseriales. De todas ellas destaca el cortejo florístico, que presenta plantas tan características de la biocenosis como la especie dominante. Son precisamente las plantas las que definen la biocenosis, por su carácter de especies vivas inmóviles; y son estas las que permiten el desarrollo de una determinada fauna.
Entre las especies se establecen diferentes tipos de relaciones de interdependencia, que pueden ser: de competencia, por el espacio, el alimento, la luz, o el agua, o de dependencia. Las relaciones de dependencia pueden ser muy estrechas y distinguimos el comensalismo, la simbiosis, el parasitismo y la predación.
Pero las relaciones más importantes que se establecen las encontramos en la cadena trófica. En una comunidad biocenótica existen especies productoras, que utilizando la energía solar y las reacciones químicas minerales convierten la materia inorgánica en orgánica. Especies consumidoras que se alimentan de otros seres vivos. Las especies consumidoras pueden ser: de primer orden, los herbívoros; de segundo orden los carnívoros que se alimentan de herbívoros; y de tercer orden, los carnívoros que también se alimentan de carnívoros. Y por último especies descomponedoras: animales grandes que se alimentan de carroña, de restos de cadáveres orgánicos; y microosganismos que convierten la materia orgánica en materia inorgánica, cerrando el ciclo.
Las complejas relaciones que se establecen entre los elementos de la biocenosis suponen que la introducción de un elemento ajeno a ella, o la desaparición de algún elemento de la misma, provoca el desequilibrio de todo el sistema.
A las relaciones que establecen estas comunidades con el medio: el clima, la litología, el agua, el suelo, y el topoclima, se le llama ecosistema.
Los ecosistemas tienden al equilibrio entre las comunidades biocenóticas y el clima y el suelo. Cuando se alcanza el equilibrio con el clima zonal decimos que se ha alcanzado el clímax climático. Sin embargo, si el equilibrio se alcanza con las condiciones locales de suelo y topoclima decimos que se alcanza un clímax local. Cuando alcanzan el equilibrio las especies vegetales tenemos un fitoclímax y cuando posteriormente lo hace el suelo tenemos un pedoclímax. Aunque primero se alcanza el fitoclímax y luego el pedoclímax los dos procesos son paralelos.
Las biocenosis no constituyen sistemas fijos sino que pueden evolucionar en función de las condiciones ambientales que definen el ecosistema. Es posible que por el trastorno de las condiciones locales, el complejo biocenótico tenga una regresión, que puede hacerse irreversible si se traspasan los umbrales mínimos o máximos de la especie dominante.